(La familia y la televisión)
En esta entrada expondré en breve, acerca de la situación familiar que existe delante de las pantallas, ya que analizando el proyecto, reluce que los medios no tienen la última palabra, sino que también en cada una de nuestras familias está el aceptar o no las ideas expuestas o propuestas en cualquier medio de información, en este caso, la televisión.
La televisión depende en mucho de la economía en la que se encuentra el receptor, ya que el nivel económico define la forma, el tiempo, la importancia y el interés. Es por esto, que cada mensaje tiene una direccional muy notoria, dependiendo del tipo de estructura familiar a la que se quiera llegar.
Los contenidos en estos dependen de igual forma de la economía ya que se puede tener un mejor acceso a la televisión “más contenido y variedad cultural” opciones en cuestión de gustos y géneros, cosa que la televisión abierta no deja a elección del usuario.
La televisión es parte de la familia y en algunos casos comparte el mayor tiempo de convivencia con esta y acompaña a las familias desde el comienzo del día, durante el desayuno antes de dirigirse a las labores diarias, después en la comida, y a la llegada después de un día de trabajo, escuela o cualquier actividad que se lleve a cabo. En muchos casos las personas encuentran identidad personal en los contenidos. En algunos pierden atención familiar por la batalla constante entre el control y el televisor. En otros aspectos por los diversos gustos en los contenidos, esto permite una fractura en la conexión padre e hijo, al ver la televisión, son dos completos desconocidos. Es obvio notar poca interacción durante las proyecciones y en el caso de estas, como ya lo habíamos mencionado, es de gustos y es por esta situación que en muchas familias optan por obtener una televisión por cada miembro de la familia, es decir, una en el cuarto de los hijos, otra en la recamara de los padres, una en la sala y hasta en la cocina, es claro que esto se da dependiendo de los medios económicos con los que disponga la familia. Pero al tener más acceso a mas televisiones, es más la lejanía entre el laso familiar y la comunicación entre sí.
Es aquí donde entra la publicidad, aprovechándose de estas deficiencias y fantasías de las personas, fabrica una serie de imágenes interactivas, mesclando música y mensajes ocultos dirigiéndose a las carencias de algún tipo de persona en común, haciéndole creer que con hacer uso de un producto resolverá su estado emocional.
En ocasiones los padres argumentan una mala programación debido a planeación de contenidos no aptos para menores en horarios inapropiados, pero no hacen algo para remediarlo. Padres ignorantes envueltos por el mismo sistema que envuelve a sus hijos.
La televisión también es usada como fuente de información. En el caso de los padres, la utilizan para arreglar situaciones familiares y recurren a programas de polémica y cualquier otro que tenga que ver con adolecentes y por medio de ellos, los padres educan a sus hijos, con la enorme cantidad moral que la televisión expone, así evitándose de criterios propios e integrándole ajenos a sus vidas. Al no estar preparados para la evolución juvenil, los padres tienen diferente visión e ideas. Esto hace una desestabilización en torno a la forma de corregir ya que el tiempo mismo y la sociedad no le dan la razón.
También depende mucho en parte de la economía, el poder despejar la mente en otras actividades, ya que así los jóvenes se despegan durante más tiempo del televisor y con las actividades extra, aparte de la escuela y las tareas impuestas, ayudan a una diferente precepción en los medios de comunicación, debido a que su tiempo está más repartido en la vida real y no en la de la “magia” de esta tecnología.
